jueves, 2 de junio de 2011

Tal vez no sea el mejor ejemplo del mundo para esto que voy a decir. Pero no merece la pena sufrir tanto, la verdad. Para ser sinceros no merece la pena ni tan solo un poco. Antes o después te acabas olvidando de los detalles de los que siempre te acordabas, antes o después acabas pasando de esas cosas y miras hacia delante, tentando a la suerte. Guiñando ojos al pasado. Y es así como tienes que ver el mundo, como una moneda. Una moneda que está posada sobre la mesa, ni por la cara ni por la cruz, ni por arriba ni por abajo. Que se mantiene en equilibrio, ella sola, y que hay veces que esa moneda se caerá hacia la cruz, pero siempre habrá alguien que la ayudará a levantarse. Es cuando empezarás a mejorar como tú querías mejorar y te dará igual que el mundo se caiga mientras tú estes en él, sacándole la lengua.

Porque uno más uno no siempre son dos, porque el blanco puede ser negro, porque el negro es la mezcla de todos los colores, porque un “no” a veces es un “si”, y un “si” a veces es un “no” escondido, porque lo mas fácil no siempre es lo acertado, porque lo complicado a veces es mas atractivo, porque lo atractivo no siempre tiene que ser bonito, porque no es oro todo lo que reluce ni plata todo lo que no brilla, porque comer a veces no te quita el hambre y dormir no significa que descanses, porque se puede soñar despierto, porque que me quieras no significa que

Aprendí que todo acaba. Que los políticos mienten, que la Tierra es redonda. Que la gente es falsa, que todo el mundo tiene dos caras. Aprendí que la suma de dos y dos son cuatro, que hay que dar más de lo que se recibe. Que no hay que ilusionarse demasiado. Que la vida es un regalo. Me enseñaron que el futuro no está escrito, que el universo es infinito y que nosotros somos personitas diminutas, casi inexistentes. Aprendí que el tiempo pasa, que las arrugas salen, que los pechos se caen y que la belleza no es lo más importante. Aprendí a no creer en las promesas ,a confiar en casi nadie y a contar con los dedos de una mano a quien de verdad siempre estuvo a mi lado,